El gambito
Zelmar está cansado de su vida y decide emprender un viaje. Elige como únicos acompañantes el campo, la luz del alba y el sonido del tren. Para poder marcharse regresa a la casa de su infancia, a la que el paso del tiempo redujo a una tapera. Excava un pozo donde alguien ocupará su lugar, construye un cajón de madera con sus medidas y talla su nombre sobre una madera. Éste será su epitafio. Mientras, el sol cae...
martes, 5 de agosto de 2008
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